
Pensaba en lo que diría Noelia mientras caminaba por una de las principales calles de Barcelona y arreglaba mi bufanda, que flotaba como la del Principito:
-Sólo a ti se te ocurre salir del hotel a las 11:30 de la noche a cenar tu sola!! pa’ un restaurante, y a pie!!, por esas calles…
En eso estaba pensado cuando me preguntó “mimisma”.
– Elaine, tú crees que eres excéntrica, patética, glotona o desubicada?, por qué no pediste el room service mejor?
y me respondí:
-Oh, porque ya me sé el “pinche” menú y porque quería salir, ver la calle…estas calles de Barcelona tan vibrantes. El aire que respiras te infla los pulmones de carácter, de poses, de independencia, de libertad, de gratitud, te hace sentir especial…eso…
Entonces dice “Mimisma”:
-y qué van a decir los del restaurante?
– Pase adelante o le sentimos mucho, estamos cerrados!! y nos vamos a otro, punto.
Y de esa forma llegué al restaurant…
La cena
Un Medallón de Frappé Grillé con salsa de mariscos y mini risotto negro de sepias, y una copa de vino tinto…eso fue lo que cené esta noche.
El Frappé Grillé era un pescado escandaloso, sabroso por elección, su sabor natural quedaba acentuado con esa “atrevida” salsa de mariscos…toda ella, imponente, espesa, exótica, con algunos destellos de ajonjolí negro, que resaltaba su carácter impositivo, pero subyugante sobre aquel noble Frappé, tierno, fresco, pero consistente a la vez… ambos se complementaban, aunque por momentos parecían que no se llevaban, al final estaban ahí, juntos, uno encima del otro, el otro debajo del primero, disputándose mi atención, queriendo separarse, pero sin poder jamás.
El mini risotto negro observaba aquel espectáculo. El se sentía muy seguro de sí mismo, de los trozos de sepia entre sus granos oscuros, de su sabor amable y considerado. No le gustaba competir, estaba junto al Frappé, porque así lo había decidido alguien más en el menú que le dió vida, pero en realidad podía imaginarse el viaje por mi paladar sin la companía de aquellos dos excéntricos. Un threesome casi perfecto, un maridaje a punto de divorcio, un paseo por la orilla del mediterráneo a medianoche desde el corazón de la ciudad.
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Un día extraño…
Había perdido la noción del tiempo en estas 3 paredes del hotel y mi ventanal. Todo el día sólo en ropa interior
Ha sido la clase on line más relajada que he impartido en mi vida, y el trabajo a distancia que más a gusto había desarrollado jamás.
Pasé el día en trabajo, como si no estuviera en esta alucinante ciudad… en “el Nueva-york-europeo-de-Noelia”; en el “yo-quiero-volver-allá-de- Rafita”; en “la-prefiero-a-parís-de- Esther”; en “el-Barcelona-es-diseño-de-Mariel”, en mi Barcelona de Gaudí, Miró, Dalí, Picasso y Serrat.
Donde me hospedo ya me reconocen, esta mañana uno de los chicos que atienden el buffet del desayuno, me descubrió. Me preguntó:
-Usted estuvo aquí el año pasado, verdad?
-Siii!!, le respondió la niñita que a veces se me escapa y hablamos hasta que se le olvidó recoger las tazas y a mi se me enfrió el pan.
Qué tibio es sentir la familiaridad en la distancia, qué sabrosa es la humildad. Cuántas cosa ricas se encuentran en el salón de desayuno de gente qué te confirma cuando te ve:
-Leche y café, verdad?