Si usted es uno de lo que piensa que tomarse un chocolate caliente es tan cotidiano como tomar el café antes de salir de casa, entonces este post no le hará mucho sentido. Este es para los que saborean el olor, la espumita que te queda de bigote, el primer contacto de los labios con el calor de esta afrodisíaca bebida, el gusto tras cada trago hasta el lamentable e inevitable, último sorbo…
Aunque Santo Domingo es tierra de café y ron, también llevamos bien arraigado la aficción por un rico chocolate. Y hay que reconocer que actualmente esta ciudad cuenta con muchos sitios donde tomarse un execelente chocolate, pero pocos, muy pocos, o casi ninguno, se iguala al chocolate que prepara el Sr. Roosvelt Trinidad (cariñosamente Samaná) en la cafetería America de la Ferretería Americana. Un chocolate espeso, pero en su punto, un dulce moderado y esa rica espumita con su toque de canela espolvoreada. Coma lo que quiera de desayuno, pero no olvide preguntar por Samaná. Ah! y si le quedara espacio para más dígale a Samaná que le prepare una batida de fresa, bautizada por mi como la batida del ángel, una batida con historia y sentimiento.
Tip: El disfrute de las cosas simples de la vida es un “arte” que no todos tienen el privilegio de saborear.