Me encanta que sea esta la vivencia que comparta con ustedes como la primera del año. Nuevo año, nuevos planes y sueños por alcanzar, y en mi caso, nuevo vida de casada. Han pasado apenas cuatro meses y no he hecho más que aprender a sorprenderme, aprender a amar el sabor de lo cotidiano , aprender a amar la espontaneidad y sobre todo aprender a amar estas cinco letras: hogar.
Ahora es “emocionante” llegar a casa a inventar una cenita con “lo que hay” y sorprenderme de cómo el amor activa la creatividad y convierte un paquete de pennes, y unas rosas ya un poco marchitas, en unos “pennes romanticones”. Hay tiempo y confianza para aprender a sentirnos cómodos uno con el otro. Aprender de las diferencias del otro y ver cómo pueden con las tuyas encajar.
Recién casados
La vida de recién casada no se parece en nada a lo que imaginas. Al prinicipio piensas que todo será sorpresa tras sorpresa, novedad tras novedad…pero luego te das cuenta que el truquito no está en esperar con ansias esas sorpresa, sino a sorprenderte con la cotidianidad. Emocionarte con levantarte cada día y verlo a él y verte a ti, no tan glamurosa como soñabas, pero sintiendo la certeza de que es la imagen que querrás ver por el resto de tu vida.
Ahora es agradable llegar a casa y calentar el cocido de garbanzos que preparó mami, y sudar mientras lo saboreo. Un poco de añoranza familiar. Recordar una vez más lo rico de lo casero, el sabor de lo cotidiano, la magia del hogar…
Me encanta comenzar este año donde todos pronostican que habrá que ahorrar más y disfrutar menos con esta reflexión:
TIP: Ahorrar no implica disfrutar menos, sino recordar todo lo que podemos disfrutar con mucho menos de lo que a veces nos hacen pensar.