Recuerdo la primera vez que presencié un desfile de modas: la música llenaba el ambiente de fuertes latidos, las luces marcaban el camino y de repente, unas muñecas “casi humanas”, comenzaban a desfilar…salían unas tras otras como si hubiesen escapado de un cuaderno de bocetos.
Telas con vida propia, peinados arquitectónicos y maquillajes que se fundían en el destello alucinante de los flashes…una pasarela de combinaciones surrealistas, osadas…
La palabra “osadía” volvió esta noche a mi como el olor de un guiso que se cuece en una casa que no es la tuya. Maniquí, el restaurante que desde niña visité tantas veces, había sido remodelado de una manera “osada”…pareciera que su aquitectura contemporánea había sido recubierta por el pincel de un atrevido pintor fauvista, colores intensos, luces insinuantes y una decoración que hace honor, por primera vez, a su nombre.
Vitrinas, maniquíes, una alfombra roja dispuesta como pasarela, camerino, luces…todo un templo a la moda donde la gastronomía es la “top model” de todas las noches, la musa que inspira las creaciones de su “diseñador”, el chef Oscar Burgos.
Una idea deliciosamente osada. El renovado restaurante Maniquí sigue enclavado en el mismo lugar: en la Plaza de La Cultura, detrás del Teatro Nacional.
Maniquí sigue haciendo énfasis en los valores gastronómicos de nuestra tierra, tal vez ya no desde un galardonado mofongo o un modongo, pero sí a través de las combinaciones osadas de la gastronomía de fusión.
Su menú es bastante amplio, tanto como su capacidad para atender decenas de comensales a vez. Consta de dos agradables terrazas al aire libre, dos salones para encuentros privados y el gran salón principal, protagonista de todo el esplendor. Su larga alfombra roja une los dos puntos más llamativos de este salón: la tarima, testigo ya de varios desfiles de moda y conciertos y su llamativo bar que rememora los días del afamado Moulin Rouge de París.
Mango, plátano, puré de sepa de apio, aguacate, yuca, batata, tayota, cangrejo y chivo son ingredientes que atan el menú de Maniquí a la esencia de nuestra media isla pero de una manera, de nuevo digo: osada, creativa y deliciosa. La verdadera representación de bocados Prêt-à porter o Prêt-à manger, como diría nuestra querida Jacqueline Goldberg.
Maniquí ofrece ensaladas, entradas para compartir, sandwiches, pizzas y pastas, y aunque quiero volver para probar el Grilled Cheese Veggie (Sandwich a la plancha con tomate, cebolla, aguacate con queso cheddar y batata frita), recomiendo a ojos cerrados el menú principal, y especialmente el “Pompano en papillote a la dominicana”, relleno de masa de cangrejo y envuelto en hoja de plátano salsa rosada de champagne, acompañados con vegetales al vapor.
Lo primero es que les advierto que las proporciones son “asombrosas” y su presentación “escandalosa”. Cuando vi mi plato pensé que era un error, aquel enorme paquete envuelto en hoja de plátano no podía ser lo que había ordenado…por suerte fue así.
El pescado, jugoso por demás, está relleno de abundante masa de cangrejo y el delicioso sabor de esta combinación puede ser elevado a la tercera potencia si lo combina con la salsa rosada de champagne. Los vegetales al vapor, cocido en su punto ideal. Un plato para complacer rebuscados gustos marinos.
Para los que consideran que un plato para llamarse “fuerte” debe tener carne como protagonista, les recomiendo entonces: “Peppercon skirt steak”, churrasco a la pimienta con aguacate, tomate bugalú, hongos Portobello y puré de sepa de apio con aceite de trufa. Yo, particularmente, pedí este plato porque me moría por probar la combinación del refinado toque que da el aceite de trufas con el criollísimo puré de sepa de apio, el cual sólo había comido en mis excursiones por las montañas de la cordillera Central.
Si grande fue mi sorpresa al degustar este exótico puré, mayor aún fue el placer de devorarar un churrasco tan jugoso y suave, cocido a término medio y con el excelente complemento de una ensaladilla compuesta de agucate, tomate bugalú y rúcula. Un plato que bien vale la osadía de probar estas combinaciones tan poco usuales.
Los que siguen mis recomendaciones habrán percibido que soy un poco “desapegada” a las ensaladas, pero esta sencillamente me cautivó. Por supuesto que no la ordené yo, mi amiga Noelia fue la responsable de tan acertada elección.
Se trata de la Roasted beets: remolacha rostizada con semilla de cajuil, queso de cabra, frutas deshidratadas, rúcula y una vinagreta de cebolla y mostaza. Lo primero es que nunca pensé que la remolacha podía saber taaaan rica preparada de esta forma y mucho menos que la combinación de todos aquellos ingredientes sería tan armoniosa. Son de los platos que derrumban mitos y “marcan tendencia” como dirían en el mundo de la moda, un “must” que debe probar aunque como yo, no sean amantes de las ensaladas.
De las entradas les recomiendo la Tuna tartar, que aunque quizás piense: qué tiene de especial un tartar de atún?, este sí que lo es. El atún, aderezado con picante curry rojo, es contrastado con el dulzor del mango; la parte más “divertida” de este plato, para mi, es la cama de algas fescas y crocantes, me encanta cómo se siente en boca y cómo se escucha el alga mientras masticas y vas identificando y uniendo sabores a la vez.
Es una entrada de sensaciones y sabores “emocionantes” coronada con un toque criollo muy apropiado: un estilizado crocante de plátano verde.
Otra entrada que recomiendo para compartir es la Tempura mix a La Romana:calamares, camarones, zucchini y manzanas verdes en tempura ligera. Interesante combinación de sabores para aquellos que gustan de las frituras.
Más allá de sus creaciones osadas, Maniquí tiene un amplio menú para complacer a aquellos que le gustan ir a lo seguro y conocido incluyendo pastas, pizzas y suchis, de este último recomiendo el Maniqui roll: salmón, kingcrab, puerro, jengibre, ajonjolí blanco y spicy mayo; es un rollo caliente y apegado a las tradicionales formas y sabores de los suchis japoneses.
Maniqui es todo un espectáculo de combinaciones gastronómicas, un ambiente diseñado para disfrutar de la moda y la gastronomía en la comodidad de su mesa y con cuidadas atenciones. Una inicativa muy creativa que pone en alto el uso de ingredientes criollos de la forma más inesperada.
Tip: Disfrute de los “bocados Prêt-à porter” o “Prêt-à manger” de Maniqui, y más que de rica comida, llene su espíritu de inspiración.
1 thought on “Maniquí: cuando la gastronomía y la osadía suben a pasarela”
Ya un amigo me habia invitado. Me costara ir! 🙂