Bocatips regresó a la ciudad que hace seis años sembró en su corazón la semilla que le dio origen. Regresó para descubrir a Barcelona desde otro punto de vista; uno que va más allá de su trencadís y su arquitectura surrealista, más allá de los arraigados valores de la tradicional cultura catalana y más allá de su actual afamada gastronomía.
Este quinto encuentro con Barcelona me permitió redescubrirla desde su tolerancia y su apertura a la diversidad y no me refiero a la postura de los que defienden la autonomía catalana, me refiero al alma del pueblo, esa que hace que a pesar de las normas y las constituciones, se vean a las personas a través de su propia historia y cultura. Distintos trocitos que se unen para formar una realidad más incluyente y democrática: un trencadís racial, artístico y cultural.
Desde la distancia observo cómo Barcelona está siempre en movimiento, evolucionando e innovando. En ese ejercicio de observación descubrí desde Santo Domingo a Mescladís, un proyecto social a favor de la integración de los inmigrantes a la cultura catalana a través de distintas iniciativas económicas como la restauración y el catering, que facilitan su inserción socio-laboral.
Mescladís captó mi atención como un flash y me dio una perspectiva distinta de la gastronomía presentándola como una herramienta de integración más que un privilegio de unos pocos afortunados. Mescladís acoge inmigrantes del mundo y le da un espacio en la sociedad a través de su comedor abierto al público en la calle Carders #39, en el antiguo barrio de El Born. A través de talleres gastronómicos para grandes y chicos, Mescladís presenta la diversidad cultural como un elemento que enriquece nuestro entorno y en el particular caso que nos atañe, cómo lo logra a través de la gastronomía.
Tomé mi mapa en mano y disfruté de algo que me encanta de Barcelona: la facilidad de llegar a lugar que quieras aunque sea la primera vez que pisas suelo catalán gracias a la eficiencia de sus medios de transporte y a la pensada ingeniería de esta ciudad. Las estrechas calles de El Born te cuentan, literalmente, una historia en cada esquina.
Muros con piedras grabadas que te hablan del pasado, viejas farmacias que mantienen registros de los encargos de remedios desde 1862…así de distraída andaba cuando la música de una banda en vivo me hizo caer en cuenta que pasaba de largo por el lugar.
Mescladís tiene enclavado su comedor en la terraza de uno de estos antiguos edificios. Desde que llegas percibes la diversidad desde la decoración, con distintas sillas de colores, hasta en el personal que te atiende: africanos, europeos y americanos, gente que ha llegado a esta ciudad en busca de una oportunidad a través de la cocina, el canto o el teatro.
Su menú, como es de esperarse, está lleno de diversidad y sentido. Iniciamos con el vino blanco de la casa, un vino orgánico, producido en Cataluña por una cooperativa de minusválidos. Nos gustó su intenso sabor afrutado y bajo nivel de acides, venía de maravilla para un almuerzo tardío y luego de cuadras y cuadras de caminata.
Le pedí al cenagales que nos atendía que nos regalara un sabor propio de su tierra y nos trajo dos vasos de Bissap, una bebida fría hecha a base de hibiscus o agua de jamaica concentrada pero con un toque de menta que la hacía muy deliciosa. Aqui en Santo Domingo puedes encontrar las hojas secas para preparar esta bebida en Gastronomía mexicana.
Mi amiga Esther Camí, cómplice catalana de esta aventura y yo, decidimos pedir los Primeros y Segundos distintos para poder apreciar la variedad de su breve menú.
Ella eligió empanadas, relleno a elección entre pollo, ternera, espinacas, queso y cebolla, atún, y jamón y queso, ella se decidió por esta última y una segunda de pollo. Yo en cambio, agentada al fin y con fiebre de comer bacalao fresco, me fui con unos piquillos con brandada de bacalao. Los platos me sorprendieron porque las empanadas, hechas en masa de hojaldres estuvieron deliciosas, sobre todo la que yo tenía menos expectativas, la de jamón y queso. Llegaron a la mesa bien calientes y se desmoronaron al instante en la boca. Como acompañamiento, ensalada de lechugas con vinagreta de mostaza.
Mi segundo estuvo espectacular, sobre todo para Esther que a diferencia de mi sí le gustan los platos fríos. Ver la cara de Esther cuando probó el primer bocado de pimiento y escuchar su descripción del plato, me dio la oportunidad de vivir qué se siente comer con Bocatips. Estas fueron sus palabras:
-Uhmm, amiga, esto sí que está rico!!, mira que este es un plato típico de acá pero no lo había comido con el bacalao presentado en un mousse, además el pimiento, al estar frío permite que el mousse se luzcan más.
Que rico es comer con gente que disfrute tanto como yo lo que me apasiona, pensé para mis adentros.
En Mescladís todo se desarrolla de manera orgánica, natural. Entre plato y plato escuchábamos música en vivo de distintos talentos que intercambian el escenario y los instrumentos para tocar distintos ritmos del mundo. Una pareja de franceses nos preguntó si podían compartir con nosotros las sillas que quedaban en nuestra mesa y aceptamos; a su vez, un norteamericano pidió unirse a ellos y sin darnos cuenta terminamos en una misma mesa: Dominicana, Cataluña, Francia y Norteamérica compartiendo idiomas, historias y sabores.
Un pollo al curry con cebollas y verduras que no logramos identificar, fue uno de nuestros segundos, el curry estaba sabroso y suave a la vez. Los calabacines y papas a la plancha que lo acompañaban le venían a la perfección pues añadían el toque de neutralidad entre tanto sabor.
Sin embargo mi segundo se llevó todos los puntos: unos calamares rellenos de carne de cerdo acompañados de calabacines y papas a la plancha, adornados con ramitas de berro y finas lascas de rábano. Señores, una verdadera mezcla de sabores y texturas. Los calamares estaban muy bien cocidos, blandos, con esa textura peculiar que lo caracteriza y que contrastaba con la del relleno. Una textura concisa, la otra carnosa; un sabor austero e imponente, el otro ruidoso y complaciente, la perfecta armonía para el paladar.
Mescladís dejó en mi más que un agradable sabor, una nueva conciencia para convivir con la diversidad no sólo en lo gastronómico, sino en lo humano. Fue un poco de remontarme a los orígenes, cuando la gente caminaba libre por el mundo, improvisaba un huerto allí donde llegaba, hacía trueques de huevos por leche, de pan por papas…y así conocía otros sabores, otras costumbres, respetaba la tierra y se respetaba la libertad de tránsito y la dignidad del ser.
Apoyemos iniciativas como estas que promueven la cohesión social en el barrio y generan un diálogo intercultural. ¿Cómo podemos hacerlo aqui? apoyando a pequeños emprendedores que en los barrios inician una incipiente fabrica de helados naturales con frutas criollas, no sólo a través de la compra, sino dándolos a conocer entre nuestros allegados. Es bueno haber conocido Baskin Robbins y Haagen Dasz, pero es mejor aun saber que nuestra compra trascenderá a cuando hayamos lamido la última gota de helado.
Aqui les dejo una secuencia de mi expresión de felicidad cuando Barcelona me sorprende con iniciativas como Mescladís:
Tip: Mescladís, distintos trocitos de colores y culturas que se unen para crear un universo mágico paralelo.
3 thoughts on “Mescladís: ese mágico momento cuando sientes el olor de tu anhelo hecho realidad”
Un post muy interessante! Estos platos me gustan mucho! MMMMM!
Gracias por la visita y el comment
☺