
Continuando con mi ruta gastronómica por Barcelona les cuento que este recorrido fue menos suculento que el de anoche, pero estuvo bueno. Claro siempre una sopita le cae bien al ánimo cuando estás lejos de casa. La sopita de calabacín ya la había probado pero hoy les describo la experiencia.
Esta fue otra recomendación de los chicos del hotel y cerquita también.
La Entrada
Una sopa de calabacín a la pimienta negra. Ya saben que el pan no se queda nunca y como una cortesía extra, una porción muy coqueta de tortilla española.
El lugar es pequeño, pero bien modernito. Las paredes están forradas de tramerias de botellas de vino. Las paredes pintadas de morado claro con muebles de madera rojo. Lo mejor de la noche fue el grupo de muchachos que llegaron todos bellos y preciosos.
Segundo
Un arroz amarillo con calamares y langostinos. Delicioso, como todas las comidas de aquí.
Algo que no me deja de sorprender es la naturalidad con la que la gente saca su porrito como si nada. Pues me tocó al ladito una muchacha que prendió el de ella y fumamos todos…no porque yo lo probaba, es que estábamos prácticamente en la misma mesa! y en este lugar no prohíben fumar dentro.
Bueno, hoy fue más corta la ruta, pero tengo sueño, trabajo que hacer y no tengo el mismo ánimo de anoche. Hoy me dio una pequeña nostalgia…debo de estar loca verdad?
Ya les cuento…